Mi reto de los 101 Km. de la legión
A las 10,30 de la mañana del 14 de mayo se dió el chupinazo de salida con un cañón de artillería de la Legión en el campo de fútbol de Ronda para los 2415 ciclistas que iban a recorrer los 101 km y los 749 que iban a realizar 163 km. A las 11 salimos 1906 marchadores y posteriormente 14 jinetes. Así empezaba para todos nosotros un reto que tenia 24 horas de tiempo límite para realizarlo.
La verdad es que yo no iba muy motivado, una hora antes había estado cuestionando mi participación en la prueba mientras me tomaba un café, pero ya que estaba aquí con otros 7 compañeros decidí hacer por lo menos los 50 primeros km y luego a casita. Con este planteamiento tome la salida y cámara fotográfica en mano empecé a plasmar el ambiente de la carrera. Mi aspecto era el de un profesional de estos eventos: malla corta, camiseta técnica, gorra, gafas de sol, mochila camelbak, bastones telescopios... pero mi espíritu era el de un turista que iba en un tour organizado.
Los 10 primeros km los hice con Paco un amigo, que como yo venia de eco-turista y que tenia pensamiento de retirarse cuando se hiciera de noche, cosa que efectivamente hizo en el km 52. Durante los primeros 20 km aquello parecía una romería, una serpiente multicolor que se había apoderado de los caminos y los que iban mas rápidos o querían correr encontraban serias dificultades para avanzar pero a partir de ahí la carrera empezó a poner a cada uno en su sitio, la selección natural había comenzado. Mi apatía y desgana era evidentes y poco a poco me fui quedando en el pelotón de cola, no es que me faltaran las fuerzas, mi problema era de mentalización, no tenia ningunas ganas de pegarme aquella paliza por si esto no fuera suficiente empezó a dolerme el abductor de la pierna derecha, así que me dije: "ya tienes la excusa para abandonar”. Ahora que lo pienso me pase los 40 primeros km buscando excusas para dejar de arrastrarme por los caminos.
Los puestos de avituallamiento estaban cada 5 ó 6 km surtidos de agua, acuarius, zumos, plátanos, naranjas, barritas energética y en algunos además había pastelitos y sándwich de jamón york. Además para rellenar las camelbak había unos camiones cisternas, cosa que aprovechaba para empapar la gorra y refrescarme, porque hacia bastante calor, menos mal que este era en parte mitigado por una fresca y ligera brisa.
Habíamos pasado Arríate y llegamos Alcalá del Valle, pueblo donde hice una paradita de 20 minutos en un bar para tomarme un café con hielo, ya que estos pequeños placeres de la vida no van incluidos en el menú de la Legión y yo como iba de turista no tenia ninguna prisa. Cuando salí del bar apenas se veían marchadores, en la salida del pueblo y en lo alto de una loma constaté que era de los últimos de filipinas, cosa que por otra parte me traía sin cuidado.
Eran sobre las 7,20 de la tarde llevaba 40 km en el cuerpo y mas de 8 horas en el camino. De pronto sentí una agradable brisa que acariciaba mi cuerpo, ¡que gozada¡.Ese fue el punto de inflexión que marcó el resto de la prueba. Si esa sensación que tuve en ese momento, no hubiera ocurrido, lo mas seguro es que hubiera abandonado unos km después. Pero lo que son las cosas, "el hijo del viento" había sido salvado por " la brisa montañera" que más que energías le había insuflado la vida. Así con esa sensación retome el camino, el abductor derecho me seguía doliendo pero mi caminar se hizo mas fluido, mas ligero, los bastones iban marcando el ritmo como un metrónomo, tan ligero iba que empecé a trotar y a pasar gente. Mi semblante antes hastiado y fatigado se había transformado en sereno y calmado. El dolor de abductores había desaparecido y el trote se estaba convirtiendo en carrera. Así hice 5 km hasta llegar a Torrealháquime en un pis pas. En el avituallamiento empecé a informarme por primera vez del recorrido que quedaba, del tipo de terreno, de la dificultad del mismo... ¡había necesitado 40km para meterme en la carrera ¡
Ahora me esperaba Setenil una preciosa villa medieval con una impresionante pared de caliza como muralla defensiva, pero para llegar allí hay que pagar un tributo de 4 km inacabables de subidas con rampas del 20%. Eso es lo que me iba contando uno que era la tercera vez que la hacia, no se si para acojonarme o para que me tomara con calma la subida. Así que empecé la misma adelantando a un ciclista que había echado pie a tierra, luego adelante a otro que iba haciendo el molinillo. Notaba que cada vez iba mas fuerte e iba pasando a la gente sin ningún problema, mi niña diría que iba: "a toda mecha a toda mecha”. En 36 minutos me puse arriba del todo cuando me comentaron que la media era de 45 minutos y como no, me esperaba el control de la Legión para sellarme el pasaporte. Estos cabrones de los 7 controles que pasamos, menos el de la salida todos los demás los hacían en el punto mas alto de las subidas para que no se aglomerase la gente.
Llevaba 10 horas en la prueba y había llegado al km 51 con mas moral que nunca. Cuando llegue a Setenil, tenia claro que no iba a comer en el avituallamiento de la Legión, pues estaba hasta los huevos de plátanos, naranjas, barritas energéticas y de rodajas secas de sándwich con un acartonado jamón york. Me senté con dos abuelos que amablemente me dejaron sitio en su mesa, pues el pueblo estaba de romería y el bar atestado de romeros, legionarios de la intendencia y algunos marchadores y me metí entre pecho y espalda un bocata de lomo a la plancha con rodajas de tomate, que me supo a gloria y todo eso regado con dos tubos de cerveza. Mientras mis pies, desprovistos de las zapatillas y los calcetines tomaban un merecido descanso. ¡Que bien se estaba en el porche del bar¡ Tenía la sensación de estar en el palco de un teatro, viendo pasar a los otros marchadores que me miraban con cierta envidia, a los romeros en sus caballos, a los camiones y jeep de la organización.
Cuando mire el reloj habían pasado 45 minutos y había anochecido. ¡Que bien se estaba en le porche del bar¡ Me unte nuevamente vaselina en los pies y una crema de aloe vera que había comprado en el mercadona de Ronda para untármela en las axilas, ingles, hombros y cualquier parte que notase algún roce. A 300 metros del bar estaba el avituallamiento oficial y con una linterna un legionario señalizaba el camino y pregonaba: mantas, comida y reposo. Yo como iba descansado y con el estomago lleno, le dije: " Que voy sobrao y solo quiero camino". Así de chulo a las 11 de la noche con la misma ropa con la que salí (malla y camiseta cortas) y el frontal en la gorra me dispuse a iniciar mi peregrinaje nocturno. Más que andar, me deslizaba sobre la pista de tierra con los bastones. Empecé a adelantar a todos los que había visto pasar en mi palco de Setenil ¡que bien se estaba en el porche del bar¡.Me puse los auriculares del MP3 por primera vez en el camino y la primera canción que suena es “Sobreviviré” de Gloria Gaynor, entonces supe que terminaría la prueba. Si ya iba sobrao esa fue una inyección de carburante extra y empecé a correr y cuanto más corría mas quería correr. Había entrado en éxtasis como Santa Teresa de Jesús: " Vivo sin vivir en mi y tan alta vida espero....." Así hasta las 2,15 de la madrugada que llegue al Cuartel de la Legión, llevaba 78 km en las piernas y la moral por las nubes.
Por el camino fui dejando un reguero de cadáveres vivientes, muchos no eran personas se habían transformado en zombis, sus pasos lentos y torpes, sus andares cansinos, sus rostros reflejaban fatiga y sufrimientos. Mientras yo corriendo y cantándole a la luna (algunos perros de los cortijos me hacían los coros) parecía de otro mundo. Con la rasca que hacia por esas sierras, era el único que iba en manga corta, todo el mundo con sus forros polares, chaquetas térmicas... bueno y a los pobres legionarios que estaban en los cruces conflictivos solo se les veía el brillo de los ojos en la oscura noche que hacia cuando las nubes tapaban la luna que estaba en cuarto creciente. En el paso de una vía férrea solo se veía el chaleco reflectante como colgado de un poste al lado de la misma, y me dije: " mira que cuco el tío, se ha largado y se ha dejado el chaleco colgado para señalizarnos el cruce" Y cuando llego a la altura del chaleco, este tenia un negro metido dentro, ¡joder que sorpresa me lleve¡
La gente me miraba como un extraterrestre pues la carrera había puesto a cada uno en su sitio, los más fuertes habían salido corriendo y los más lentos nos habíamos quedado en la retaguardia pero hacia ya 6 horas de esta selección y yo iba contranatura. ¿Que coño hacia un tío corriendo en calzoncillos a las 2 de la madrugada por esos caminos con el frió que hacia?
Claro que yo tenia dos motivos para correr: que iba sobrao y que si me paro con el frió que hacia me quedo pajarito. Si me llegan a decir en el km 25 que iba totalmente apagado que el km 70 lo iba a hacer corriendo lo mando a freír espárragos. Las vueltas que da la carrera, como la vida misma.
Ya en el glorioso cuartel de la Legión, miro el rancho del día que consistía en un caldo calentito pero de aspecto sospechoso con el que no voy a castigar mi cuerpo y al final solo me tomo el flamenquin, un pequeño escalope de carne y una birra ¡que rica esta la cerveza ¡ ¡que bien se estaba en el porche del bar ¡
Con el estomago lleno me dirijo a que me revisen los pies pues en los últimos km había notado una pequeña ampolla en el talón derecho, la verdad es que cuando vi los pies que traían algunos que daban asco y pena a partes iguales me sentí como una maricona que le van hacer la pedicura, pero la podóloga voluntaria de Málaga muy amablemente me comento que estas cosas hay que cogerlas a tiempo para que no vayan a mas. Ya comido y con los pies en perfecto estado, me voy a dar un masaje de descarga de los abductores que otra vez estaban dando la coña y Maria la fisioterapeuta que me atienden tiene una cara de ángel y una manos, ¡que manos¡ Le comento que es mi primera vez, que soy virgen en estas cosas que tenga cuidado...., es decir las chorradas que abra oído cientos de veces esta noche, pero la chica es simpática y me sigue el rollo. Gracias Maria, tus manos hicieron que el resto del camino fuera más soportable.
A las 4 de la mañana, después de una hora y 45 minutos, cambiado de calcetines y con camiseta de manga larga aunque muy fina, me dispongo a realizar los 23km que me quedan.
Hace una rasca impresionante y después de tanto descanso tengo los músculos fríos y el cuerpo a esa hora le cuesta moverse. Mi intención es aligerar la marcha pero los músculos no responden. Una luz roja de alerta se enciende en mi cerebro, el cuerpo no reacciona, así no vamos a llegar. ¿Será este el precio que voy a pagar por los 38 km que me he pasado en éxtasis permanente? ¿Volveré a mi apatía de los primeros 40 km? Con ese miedo y casi tiritando llegue al avituallamiento del km 81. Allí me dieron una manta como a otros dos que estaban esperando el jeep escoba para recogerlos y me tome dos cafés con leche calentitos, que aprecie más por lo de calentito que por lo de buen café. Estuve unos 20 minutos hasta que entre en calor meditando la estrategia a seguir y la solución fue la más lógica si quería acabar la carrera:
Si el cuerpo no aguanta mas, es el espíritu quien debe asumir el mando porque el espíritu es incansable, el poder del espíritu es ilimitado.
Epílogo: De Benaoján a Ronda
Ya ligeramente recuperado me dispongo a continuar el camino, intento andar todo lo rápido que puedo para entrar en calor, empiezo a trotar un poco hasta que me topo con un grupo de unas 7 personas en una senda estrecha que bordea un rió. Esta zona la conozco, son los alrededores del pueblo de Benaojan donde esta situada la Cueva del Gato que junto a la de Hundidero forman el Sistema Hundodero-Gato, la cueva con desarrollo horizontal mas grande de Andalucía y por la que discurre un río en su interior.(Me la he pateado y nadado 2 veces)
Dejamos la frondosidad del rió y circunvalando Benaojan nos dirigimos a Montejaque, pueblo que se encuentra situado por encima del anterior, en lo alto de una loma. Ya había entrado en calor y había recuperado mi ritmo, del grupo anterior solo quedamos 1 sargento de la legión, 1 cabo primero y yo. Juntos llegamos al avituallamiento de Montejaque, ellos se quedaron allí repostando y yo sin parar siquiera me tome sobre la marcha un vaso de agua.
Me esperaba uno de los tramos más duros del recorrido, la subida a la Ermita de Montejaque, con rampas del 24%. Podía ver desde abajo las luces de las linternas de los que la estaban subiendo y la verdad es que hay que ser muy creyente para subir por gusto allí arriba. Digo yo: “¿por que siempre hacen las ermitas en lo alto de los cerros y las lomas, y no al lado de los pueblos en sitios de fácil acceso?" ¿Será que el creyente debe demostrar su fé obligándose a peregrinar y sufrir hasta llegar al calor y amor de la Virgen correspondiente?"
Mi peregrinación era de índole diferente y mi fé, la del que sabe que iba acabar la prueba. Durante la subida que hice sin prisas pero sin pausas adelante a varios participantes que se tomaban un descanso en cada pasillo que formaba el zig-zag del camino. La subida en si no era muy larga pero ¡joder, que pendientes¡ Cuando coroné cima estaba amaneciendo, seria sobre las 7 de la mañana, como no, en lo alto había un control para sellar los pasaportes y hacia un frió y un viento que congelaba hasta las ideas. Era el punto kilométrico 90, ya solo me quedaban 11km y 4 horas por delante para superar la prueba.
Sin dilación inicie la bajada por unas pendientes de terreno pedregoso que eran un verdadero rompepiernas. A lo lejos se veía nuestro ansiado destino, el impresionante Tajo de Ronda y abajo la vega que une estas dos alturas. Ya sabiendo que llegaba note que el paso se iba relajando, era como si el cuerpo supiera que la prueba la tenia ya en el bolsillo y quisiera dosificar las fuerzas que aun le restaban.
Después de 16 km de oscuridad, frió, subidas infernales y bajadas rompepiernas volvía a pasar por el cuartel de la legión, era el km 94 pero ahora era de día y ya quedaba poco. En el km 96,5 estaba situado el último avituallamiento de la prueba, desde allí se contemplaba perfectamente la inmensa mole caliza que como muralla era el último obstáculo a superar para alcanzar la gloria. Al legionario del puesto le pedí una silla y una manta para no enfriarme y me dispuse a tomar un calentito café mientras relajado contemplaba esa impresionante pared.
Estando absorto en mi contemplación, oigo que me dicen: ¿que buenas zapatillas llevas? y yo le contesto: Las tuyas si que son guapas. Evidentemente llevamos el mismo modelo de zapatilla. Es Antonio un montañero de Granada que conocí en la Travesía Granada-Salobreña. El está esperando a dos compañeros que vienen por detrás. Me tiró 20 minutos de charla con él y notando que el cuerpo se estaba relajando en exceso me dispongo a afrontar el último y duro tramo de subir a Ronda, 2km y medio de pendientes de hasta el 20% me esperan, pero este tramo aunque es bastante duro como es el último y la recompensa esta al terminar el mismo la gente le ha puesto el mote de "la cuesta del cachondeo". Poco a poco voy tomando altura miro con envidia a los que observo en todo lo alto y ya han terminado este penar. Los primero edificios de Ronda aparecen al alcance de las manos.
Después de tantas horas, por fin regreso a ti
como un hijo pródigo, Ronda ansiada por mí
Ya me ha salido la vena poética, supongo que será la falta de sueño.
¡¡¡Por fin entro en Ronda, el cielo es azul, el sol empieza a calentar y yo ya voy a terminar¡¡¡
Parecemos soldados que venimos de una guerra: unos apoyándose en los bastones, otros con andares peculiares, otros mas con pasos lentos y todos, aunque interiormente supongo que felices por haberlo conseguido en sus rostros reflejan el cansancio y el abatimiento mas que la alegría y el regocijo de llegar a meta. Me digo que pobre espectáculo estamos dando.
Cuenta tanto terminar la prueba como el modo en que la terminas. Hay que darle un poco de dignidad a nuestra llegada. En este pensamiento adelanto a un grupo de soldados a los cuales el sargento (el mismo que hizo la subida a Montejaque conmigo) esta arengando: " Legionarios hemos llegado a la ciudad, quiero a todo el mundo en formación y que nadie me adelante.... “ De pronto me topo con los malagueños, dos chavales con los que compartí un tramo del recorrido y que es la segunda vez que realizan la prueba. Les comento que hay que terminar la prueba a lo grande, corriendo por la ciudad, pero ellos no están por la labor y eso que aparentemente están enteros pero se conforman simplemente con terminar.
Así que los dejo y salgo trotando, cada vez hay mas gente en la calle aplaudiéndonos. Paso por el Puente del Tajo y de pronto una ovación me hace girar la cabeza, es un grupo de guiris de la tercera edad que se acaban de bajar del autobús y animan a rabiar y es a mi, todos esos aplausos son para mi, que ahora que me doy cuenta voy corriendo por la mitad de la calzada, mientras que los valerosos pero derrotados marchadores van arrastrándose como pueden por los laterales de la misma. Estoy pletórico empiezo a saludar a la gente, les hago el signo de la V o el de Okey con los dedos a los que me aplauden. La calzada es mía, era como si la prueba la fuera a ganar yo, cuando hace ya 13 horas que llegó el primero. Una sonrisa de oreja a oreja y una cara de felicidad es lo que refleja mi rostro en contraste con el gesto cansado y hastiado de los que voy adelantado. Y es precisamente eso lo que valora la gente, el público quiere espectáculo, gente corriendo feliz después de 22 horas, quieren evadirse, no rostros apenados por el dolor y el cansancio y yo les estaba dando espectáculo y ellos me recompensaban con sus aplausos y cuanto mas aplaudían mas rápido iba yo, mejor dicho más rápido me llevaban ellos. Pues en esos 500 metros que duró la carrera nunca tuve sensación de estar corriendo y si me dicen que tengo que hacer 1 km más me hubiera dado igual pues había entrado en comunión con el público.
Pasada la plaza de toros en el lateral derecho de la misma esta instalada la meta, en la Alameda del Tajo, allí es donde mas gente se ha congregado, no hay nadie delante de mí, 100 metros me separan de la gloria y el público con sus aplausos y manifestaciones de ánimo me ha puesto los vellos como escarpias. Encaro la recta final y oigo como un oficial de la legión que esta en el control de meta grita: "Ali se hace, así se termina la prueba, venga campeón" y todos los legionarios que hay en meta aplaudiendo. Me detuve porque me pararon sino me hubiera dado otra vuelta por Ronda. Salí a las 11 de la mañana del 14 de mayo y llegue a las 9 de la mañana del 15 y entre estas dos fechas, 101 km y 22 horas de experiencias.
Terminada la prueba los participantes lo primero que hacían es ponerse la sudadera que testimoniaba que el portador había entrado en el selecto club de los "cientuneros" y orgullosos los podías ver con sus familias, sus amigos, sus compañeros..., desayunando en cualquier cafetería. Por cierto yo entre a la cafetería con la camiseta de la prueba y el dorsal puesto, a mi lo que mas me interesaba después del deber cumplido era tomarme un descafeinado calentito y una tostada de picadillo de jamón.
Así acaba las tribulaciones de un jienense por la Serranía de Ronda, otra experiencia que sumar a los años para luego contar a los nietos.
Y ya sabéis:
“Cuando el cuerpo no aguante mas, que el espíritu asuma el control
porque el poder del espíritu no conoce límites”
Un abrazo y hasta siempre.
JAVIER LOPEZ
